Galicia pierde el 3% de sus licencias por la crisis

Los permisos en los municipios medianos y rurales de Galicia se han reducido en 132 unidades desde 2007, bien de manera temporal o bien indefinidamente, por la falta de rentabilidad. La calidad de otros medios de transporte y la disponibilidad de al menos un coche en cada familia han agudizado aún más esta tendencia.

Los permisos en los municipios medianos y rurales de Galicia se han reducido en 132 unidades desde 2007, bien de manera temporal o bien indefinidamente, por la falta de rentabilidad. La calidad de otros medios de transporte y la disponibilidad de al menos un coche en cada familia han agudizado aún más esta tendencia.

No sólo en Murcia los profesionales se están viendo obligados a dejar su actividad de forma temporal para dedicarse a otras actividades. Las zonas rurales gallegas están experimentado también un descenso de trabajo desde el inicio de la crisis, lo que se ha traducido en que muchos taxistas decidan colgar las llaves del taxi por un tiempo para dedicarse a otra profesión más rentable.

Los datos hablan por sí solos: entre 2007 y 2011 se han perdido un 3% de licencias al pasar de 4.524 a 4.392.

Las causas de este descenso son muy diversas. Si bien el coste del servicio o las alternativas con otros medios de transporte públicos y la calidad de éstos ha hecho que esto se agudice aún más. Así opina el presidente de la Federación Gallega de Autónomos del Taxi, Manuel Sánchez Quindimil, quien apunta además otro factor que, unido a la crisis, ha hecho menguar el número de licencias y de usuarios. “Faltan clientes. En este sector se produce más bien una crisis demográfica que económica, sobre todo en el rural”, añade.

El presidente añade que “en los pueblos el coche ha dejado de ser un artículo de lujo. Ahora en cada casa hay uno o dos coches delante de la puerta. Las familias eran antes más numerosas, ahora ya no hay seis personas viviendo en una casa en pueblos y aldeas, sino una o dos. La gente se mueve de otra manera, ya no tanto en taxi", explica Quindimil.

Ante este panorama, el taxista que ya está próximo a la jubilación o que tiene otro negocio u ocupación se decanta por dejar el coche. Pero además los jóvenes, cuenta el presidente de la Federación, “tampoco están dispuestos a coger un taxi porque es un trabajo que no da para vivir. Si no se trabaja es porque no se encuentra rentabilidad”.