Tras la entrada en nuestro país de nuevos fabricantes de automóviles con origen chino en los últimos años, el taxi vuelve a convertirse en un excepcional banco de pruebas para las marcas. Aunque entre enero y agosto de 2025, se vendieron 71.903 unidades de marcas chinas, lo que supone un +155,9 % más que en el mismo periodo de 2024 (cuando fueron 28.097 unidades), el taxi todavía no ha podido acceder a estos modelos, por lo menos en Madrid y Barcelona donde es necesario la perceptiva autorización de los vehículos por parte de las correspondientes administraciones.
Con la presentación a homologación de nuevos modelos de, al menos, dos de estas marcas, los profesionales podrán optar a una oferta que se caracteriza por un nivel tecnológico muy alto, con pantallas de gran tamaño, conectividad avanzada y sistemas de asistencia a la conducción a precios más ajustados que otros competidores europeos.
Además, la apuesta por la electrificación les da cierta ventaja, ya que muchos fabricantes desarrollan sus propias baterías, lo que les permite ofrece coches eléctricos competitivos en autonomía a precios más ajustados.
Escaparate para ganar credibilidad
No obstante, uno de sus grandes retos sigue siendo la percepción de marca y la confianza del consumidor. En este sentido, su incursión en un sector tan visible y exigente como el del taxi puede convertirse en una oportunidad para reforzar su imagen, demostrar fiabilidad y ganar credibilidad ante el mercado generalista.