Menos gasto, más beneficios: consejos de eficiencia para el taxi

El combustible es uno de los principales gastos en la actividad diaria de un taxista. Pasar muchas horas al volante en trayectos urbanos implica un consumo constante que, a final de mes, puede representar una parte importante de los costes de explotación. La buena noticia es que pequeños cambios en la forma de conducir y en el cuidado del vehículo permiten ahorrar cientos de euros al año, sin renunciar a la comodidad del pasajero ni a la calidad del servicio.
La primera clave está en la conducción suave. Los acelerones y frenadas bruscas disparan el consumo, mientras que anticiparse al tráfico y mantener una velocidad uniforme ayuda a reducir el gasto. Una conducción progresiva no solo ahorra combustible, también cuida frenos, neumáticos y la propia mecánica del coche.
Otro aspecto esencial es evitar el ralentí prolongado. El taxi pasa mucho tiempo esperando clientes y, en esas paradas, mantener el motor encendido solo suma consumo innecesario. Siempre que la espera supere varios minutos, lo recomendable es apagarlo. Los sistemas modernos de arranque están preparados para estas pausas sin problema.
El confort del pasajero es prioritario
El climatizador aumenta el consumo, pero en taxi el cliente manda. Muchos pasajeros llegan sofocados de la calle en verano y agradecen que el interior esté fresco. La clave está en ventilar el coche al inicio del trayecto para rebajar la temperatura y, después, mantener un uso moderado del aire acondicionado que garantice comodidad sin disparar el gasto.
La presión de los neumáticos también influye directamente en la eficiencia. Circular con ruedas poco infladas aumenta la resistencia a la rodadura y, por tanto, el consumo. Lo recomendable es revisar la presión una vez por semana, ya que el ritmo de trabajo del taxi acelera la pérdida de aire.
Un maletero ligero también suma ahorro
Conviene revisar qué se transporta a diario. Sillas infantiles que no se usan, maletas olvidadas u objetos personales generan un exceso de peso que repercute en el gasto. Mantener el maletero despejado permite que el coche se mueva con menos esfuerzo.
Otro hábito eficiente es aprovechar la inercia. En bajadas o al aproximarse a semáforos y glorietas, basta con levantar el pie del acelerador y mantener la marcha engranada: los motores modernos cortan el suministro de combustible en esas situaciones, lo que no ocurre si se circula en punto muerto.
El mantenimiento preventivo es igualmente fundamental. Un motor en buen estado consume menos, y tener al día los cambios de aceite, filtros y bujías asegura el rendimiento óptimo. También la alineación de la dirección es clave: evita que el coche “tire” hacia un lado y gaste más energía de la necesaria.
La ventaja del taxista: domina el callejero mejor que nadie.
Las aplicaciones de navegación ayudan a evitar atascos, calles cortadas o rodeos innecesarios. Pero conviene destacar que los taxistas, a diferencia de otros conductores de servicios como las VTC, tienen una gran ventaja: su profundo conocimiento del callejero y su excelente orientación. La tecnología, en su caso, no sustituye la experiencia, sino que la complementa, convirtiéndolos en conductores todavía más eficientes.
En definitiva, el ahorro de combustible no depende de un único truco, sino de un conjunto de buenos hábitos. Para un taxista que pasa más de diez horas diarias en circulación, pequeños ajustes al volante pueden traducirse en cientos de euros de ahorro al año, además de una conducción más segura y sostenible./TAMBIÉN ES NOTICIA