Tito Álvarez anuncia que reducirá su implicación en Élite Taxi Barcelona
Queridos compañeros y compañeras del taxi:
Me dirijo a vosotros con el corazón en la mano, con serenidad y desde la más absoluta humildad. Siento la necesidad de compartir cómo han sido estos años de lucha y cómo me encuentro hoy. Han pasado muchas cosas desde que iniciamos juntos este camino, y quiero hablaros con la misma honestidad sencilla con la que siempre hemos hablado en las paradas, como uno más de vosotros. Esta es una carta personal, de Tito a su familia del taxi, para recordar lo que hemos vivido, lo que hemos aprendido y hacia dónde nos dirigimos, unidos.
Nuestra historia de lucha compartida
Nuestra lucha comenzó en 2014, cuando Uber intentó irrumpir en Barcelona con el servicio UberPop. Aunque no fuimos nosotros quienes logramos detener ese servicio judicialmente en aquel momento, sí fue en Barcelona donde nació la resistencia organizada contra esa amenaza que buscaba reventar nuestro sector. De esa indignación colectiva nació la asociación Élite Taxi. Recuerdo perfectamente esos inicios: la tensión en las asambleas, las primeras manifestaciones y la determinación que nos unió. Fue aquí donde se encendió la chispa de una lucha que acabaría extendiéndose por toda Europa.
Aquel impulso nos llevó más lejos de lo que imaginábamos. Libramos una batalla legal hasta el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, y en 2017 llegó una sentencia histórica a favor del taxi. Europa determinó que UberPop (el servicio de Uber con conductores sin licencia) era ilegal si no se atenía a las normas de transporte. En otras palabras, reconocieron que Uber operaba de hecho como empresa de transporte y debía someterse a las mismas licencias y reglas que nosotros. Esa sentencia fue nuestra victoria – la de todos los taxistas – porque nació de la demanda que Élite Taxi Barcelona llevó hasta Luxemburgo. Los taxistas de toda España la celebramos como un triunfo contundente contra la injusticia. Nos demostró que, por muy grande que fuera el rival, unidos podíamos ganar batallas importantes en defensa del sector.
La lucha, sin embargo, continuó en las calles. En 2018 estalló un conflicto histórico: la entrada masiva de licencias VTC y la falta de regulación clara nos llevó a una huelga indefinida. Aquél verano, miles de taxistas acampamos durante días en la Gran Vía de Barcelona, resistiendo bajo el sol y la lluvia. Fueron cinco días y cinco noches de unidad, compañerismo y sacrificio, con el apoyo de nuestras familias, para clamar contra la competencia desleal de Uber y Cabify. Barcelona se convirtió en el epicentro de la protesta – la mecha que prendió el incendio, como dijeron los medios – y el ejemplo cundió en toda España. Gracias a esa presión, logramos que el entonces Ministro de Fomento, José Luis Ábalos, aprobara la conocida “Ley Ábalos” que devolvía a las comunidades autónomas la competencia sobre las VTC. Recuperamos el control regulatorio en nuestra tierra.
Después llegó el decret del conseller Damià Calvet en enero de 2019, con la precontratación obligatoria de 15 minutos para las VTC. Fue una conquista durísima, que conseguimos mantenernos firmes en la calle. Esa medida expulsó temporalmente a Uber y Cabify de Barcelona. Ver cómo levantábamos el campamento fue emocionante. Lloramos y nos abrazamos sabiendo que habíamos protegido nuestro pan y el de nuestras familias.
En 2022, con el fin de la moratoria nacional de las VTC, volvimos a movilizarnos y conseguimos que la Generalitat aprobara una nueva regulación pionera: mínimo 4,90 metros de largo, baja contaminación, condiciones técnicas exigentes. Era tan dura que incluso la patronal VTC reconoció que se eliminaría hasta el 70% de sus licencias en Cataluña.
Y en 2023, llegó otro golpe desde Luxemburgo: el TJUE tumbó la ratio 1/30. Muchos lo vivimos como una amenaza seria. Pero otra vez, desde Barcelona, reaccionamos con fuerza. Presionamos, nos movilizamos, y el Gobierno respondió aprobando en pocas semanas el Decreto-Ley 5/2023, que nos blindó como servicio de interés general. Esa victoria también nació aquí.
Ahora estamos en la recta final: negociando la nueva Ley de Transporte de Viajeros en vehículos de hasta 9 plazas. Este será el marco definitivo para consolidar todo lo que hemos luchado. Y os prometo que no bajaré la guardia hasta que esa ley esté aprobada.
El esfuerzo detrás de cada victoria
Haciendo balance, me emociona pensar en todo lo que hemos dejado en esta lucha. Yo solo era un taxista más en 2014, y jamás imaginé representar a nadie. Pero la vida me empujó a ello. He aprendido de leyes, de medios, de política… He crecido como persona. Y si lo he hecho ha sido porque sentía vuestro empuje detrás.
Soy una persona de carácter ambicioso y obsesivo con las metas que creo justas. Lucho sin descanso por lo que creo. A veces incluso en exceso. Pero es que así soy yo, y así sois muchos de vosotros. Y he tomado decisiones muy difíciles, que han tenido un coste personal muy fuerte. Me he posicionado políticamente cuando ha tocado, sin titubear, aunque eso implicara críticas, presiones o incomodidades. Siempre he puesto el sector por delante de mí mismo.
En estos más de 11 años hemos hecho 121 movilizaciones. Y en ese tiempo he tenido que soportar amenazas, querellas, detenciones, juicios y una presión mediática brutal. Y aún así, nunca he dejado de ser accesible para mis compañeros, respondiendo mensajes, estando en las paradas, dando la cara. He gestionado la comunicación del movimiento como he podido, sin tener ninguna carrera universitaria, simplemente haciéndolo desde el corazón, con intuición, con pasión y con la verdad por delante.
He recibido críticas, incluso ataques. Algunas de ellas injustas, otras quizá merecidas. Pero siempre he actuado con conciencia tranquila y con el taxi como única prioridad. Si algo me ha mantenido en pie en los peores momentos ha sido sentir que detrás estaba la familia del taxi. Somos un bloque, y esa es nuestra mayor fortaleza.
Cómo me siento tras tantos años de lucha
Ahora quiero hablaros de cómo me encuentro de verdad. Porque sería mentira decir que estoy bien. Llevo meses sin dormir más de tres horas seguidas. La cabeza me va a mil por hora. Hasta que he petado. He tenido dos episodios muy graves en los que he perdido el control de mi mente.
Y he decidido parar. He reconocido que tengo un problema y me he puesto en manos de profesionales. Me han hecho ver algo que me ha marcado: el mundo no se va a acabar en dos días. Tengo que aprender a gestionar todo lo que me pasa, y eso requiere levantar el pie del acelerador. Ya. Sin excusas.
No me avergüenza contaros que tengo TDAH. Vivo todo con una intensidad que a veces me supera. Y además, no me puedo permitir caer en una depresión profunda, porque sé que levantarme de ahí sería muy difícil. Lo hago por mí, por mi hijo, por mi familia, por las personas que quiero y no quiero perder porque son pilares fundamentales en mi vida, y por el propio proyecto, porque un portavoz roto no sirve a nadie.
Compromiso y futuro
Dicho esto, que nadie dude: sigo al pie del cañón para culminar esta ley. No pienso irme sin asegurar que el taxi queda protegido como se merece. Pero cuando terminemos esta etapa histórica, daré un paso atrás para cuidarme. Seguiré siendo Tito, vuestro compañero. Estaré ahí para lo que necesitéis, aunque no siempre en primera línea.
Seguiré asesorando, apoyando, guiando. Pero también necesito ser Tito, el padre, el amigo, la persona. Me lo merezco, y vosotros también os merecéis un Tito en plena forma para lo que venga.
Gracias
Quería compartir todo esto con vosotros desde la más absoluta cercanía. Gracias por caminar a mi lado, por empujar cuando he flaqueado, por hacer posible que hayamos llegado tan lejos. Estoy cansado, sí, pero en paz y orgulloso. Y con más ganas que nunca de cerrar este ciclo con una gran victoria.
Os envío un fuerte abrazo a cada uno. Gracias por creer, por luchar y por estar siempre ahí.
Siempre vuestro, Tito Álvarez