Y quien lo entiende

 

El Gobierno aprobaba hace escasos días en Consejo de ministros el Plan Pive 7 y reconocía que esta iniciativa puesta en marcha en plena crisis ha sido buena para reactivar la industria del automóvil y ayudar a renovar el parque automovilístico español.

 

Las últimas cifras dicen que febrero ha sido un gran mes en ventas de turismos, más de 86.000 coches un 26% más que en 2014, algo que no ocurría desde hace años. Y eso está más que bien y es más que bueno para nuestra economía según opinión de los expertos, que no mía. Pero de lo que no nos hablan es de la contaminación, porque los últimos datos de finales de 2014 más del 65% de los vehículos son diesel que también son los que tienen mayores niveles de partículas contaminantes, aunque mucho menos que antes. Por eso no entiendo que mientras desde el gobierno central se nos anima a comprar coches para activar nuestra economía, desde otros gobiernos, más concretamente Ayuntamiento de Madrid, se planteen gravar cada vez más a estos vehículos más los coches diesel e incluso impedir su circulación.

 

Una situación un tanto contradictoria que ya la están padeciendo los profesionales del taxi de Madrid. En estos momentos sus opciones de compra son mínimas porque apenas hay vehículos que cumplan las exigencias de la norma Euro6. El tiempo se ha echado encima y las marcas se han quedado fuera de juego. Como dirían en el pueblo “primero el carro y después las vacas”.

 

Queremos dejar claro que estamos a favor de proteger el medioambiente, pero también de las cosas bien, no gobernando a golpe de decreto sobre la mesa y si no se cumple, se sanciona. Pero todo es siempre por el manoseado bien común. Y mientras tanto, en las grandes cumbres medioambientales seguimos acumulando un fracaso tras otro alentado desde las grandes potencias entre las que todavía se incluye la vieja Europa.