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05/03/2010 04:03:30 - Gaceta del Taxi

Dos años de infierno por una falsa acusación


Cuando el 26 de agosto de 2007, A.M. taxista desde hace 17 años, comenzaba su jornada laboral como cualquier otro domingo no sabía que ese día cambiaría su vida para siempre. Lo que empezó siendo un día de trabajo algo accidentado, terminaría convirtiéndose en un punto de no retorno para él.

Acusado de violación por una clienta, pasó casi 3 meses en la cárcel y ha tenido que esperar dos años para que un juez demostrara lo que él siempre se encargó de proclamar: que era inocente y que todo se debía a una falsa acusación. Sin embargo, a pesar de haberse demostrado que todo fue una mentira, para A.M retomar su vida normal no será posible, ya que el daño hecho es irreparable.

Por esta razón, para acallar a quienes no tuvieron confianza en su palabra y también para advertir a los compañeros ante estas situaciones, A.M ha decidido hacer pública su historia.

Preservamos su identidad, tal y como nos solicitó, ya que asegura que todo lo que le ha pasado le "avergüenza enormemente" y ni su nombre ni su cara aparecerán en esta entrevista.

Gaceta del Taxi.-  Rememorar los hechos seguramente sea algo muy duro para usted. Aún así, ¿puede decirnos que ocurrió exactamente?

A.M.- Los hechos ocurrieron el 26 de agosto de 2007. Ese día empecé mi jornada laboral alrededor de las 7 de la mañana. Eran las fiestas de San Sebastián de los Reyes y fui allí a hacer un servicio de radioemisora. Había todavía mucha gente en la calle, me paré al principio de la calle y un chico se me acercó, acompañado de una mujer a la que abrazaba, para preguntarme si soy yo el taxi que ha pedido. Le confirmé que así era y me pidió que llevara a la chica que iba con él a Rivas. Ella, a quien me referiré como A.I.G, se montó en el coche y se quedó dormida, porque iba bastante bebida, además de estar sucia de haber estado de fiesta toda la noche, porque las fiestas de San Sebastián son como unos pequeños "san fermines", y tiran agua, y se embarra toda la calle.

G.T.-  Hasta aquí no hay diferencia con otro tipo de servicios. ¿Qué ocurre una vez en Rivas?

A.M.- Cuando llegamos a la entrada de Rivas, intenté despertarla pero me resultó muy difícil. Incluso hubo coches que se pararon para preguntarme si necesitaba ayuda. Cuando por fin conseguí despertarla le pregunté por el nombre de la calle y me contestó que no se acuerda, que llevaba muy poco tiempo viviendo en esa casa. Me fue indicando y después de un cuarto de hora yendo de un lado a otro sin llegar a su domicilio, como llevo ya muchos años en el taxi, diecisiete concretamente, le pregunté abiertamente si tenía o no dinero para pagarme la carrera a lo que ella me respondió que no, pero que podía pagarme "de otra manera".

Es decir, se me insinuó, una situación que, aunque no suele pasar a menudo, no es la primera vez que me sucedía. Por eso paré y fui a sacarla del coche. Sin embargo, ella me empujó hacia adentro, perdí el equilibrio y caí sobre ella, dándome un golpe sobre las piernas.

G.T.- ¿Cómo reacciona usted ante esta acción inesperada?

A.M.- Yo, que soy una persona muy tímida y muy cortada, me retiré rápidamente y en ese momento recibió una llamada de su pareja. Volví a sentarme en mi sitio, le pedí el teléfono y su pareja, a quien le dije que no sabía como llegar, fue quien me indicó cómo ir a su casa. Durante todo el recorrido me fue contando que llevaba poco tiempo viviendo en Rivas y que por eso no se acordaba de la calle.

A todo esto, el taxímetro estaba parado desde que la desperté, y cuando llegamos a su destino éste marca 53,56€. Al llegar le dije a su pareja a cuanto ascendía el importe, le expliqué que he tenido el taxímetro parado. A él, sin embargo, le pareció muy cara la carrera y tuvimos una pequeña discusión por el precio. Mientras esto sucedía, ella continuó dentro del taxi, sentada, intentando calmar a su pareja, diciéndole que me había portado muy bien con ella.

Finalmente me pagó 50€, que era lo que llevaba él en la mano, y yo se los cogí porque no quería seguir allí. Me marché y dejé a la pareja en la calle discutiendo. Lo que pensé, cuando me iba de allí, es que tendrían una bronca monumental y que incluso podrían llegar a las manos. No le di ninguna importancia, y hasta se lo comenté a mi pareja unas horas después.

Tres meses en la cárcel

G.T.- Usted se marcha sin pensar más en lo ocurrido. Cuando se le comunica la denuncia, ¿qué se le pasa por la cabeza en esos momentos?

A.M.- Como he dicho antes, yo les dejo allí y continúo mi jornada laboral sin darle demasiada importancia a lo ocurrido. Al día siguiente, esto fue un domingo, me llamó el presidente de la radioemisora para la que trabajo, para decirme que tenía que ir a la central porque estaba la Guardia Civil. Me explicó que preguntaban por el taxista que había llevado a una clienta a Rivas. Yo pensé que le había pasado algo, no sé, que su pareja la habría pegado o algo así y fui allí. Cuando llegué, para mi desagradable sorpresa, lo que quería la Guardia Civil era llevarme al cuartel puesto que me habían interpuesto una denuncia por violación. Les acompañé, me confiscaron el taxi para examinarlo y a mi me llevaron al calabozo y de allí a la cárcel, donde pasé 86 días, primero en Soto del Real y después en Meco.

Tanto la fiscal como la jueza encargadas del caso consideran que no pueden dejarme libre al constituir una alarma social. Una situación que me puso muy nervioso y que me hizo perder los nervios, porque yo era inocente y parecía que nadie me hacía caso. Por eso, además de cambiar de abogado, solicité las pruebas de ADN, para demostrar mi inocencia. Lo que desconocía era que tardaran tanto tiempo, los tres meses que estuve en prisión. Tras las pruebas, se me puso una fianza de 2.000€ y pude salir, aunque el juicio no se celebró hasta dos años después. Yo salí de la cárcel el 16 de noviembre de 2007 y el juicio en el que se me declara inocente se celebra el 16 de noviembre de 2009.

G.T.- Pasar casi tres meses en la cárcel es una experiencia que marca para toda la vida, ¿cómo vive esa situación?

A.M.- Mientras estuve en la cárcel, las semanas parecían meses, el tiempo se hacía eterno. No sé como se puede vivir en la cárcel, es mejor quitarte la vida, pero allí no tienes nada para poder hacerlo, aunque eso no implica que no se te pase por la cabeza. Aquello es tremendo, es muy duro. Tuve que vender el piso, cambiarme del barrio donde vivía, porque me daba vergüenza y además, hay gente que te cree cuando les dices que eres inocentes y hay quien no te conoce y, al ir la justicia tan lenta, opinan que si has pasado algún día en la cárcel por algo será, sin tener en cuenta, por el desconocimiento, que la justicia tarda mucho, es muy lenta.

"Muy difícil" la vuelta a la normalidad

G.T.- ¿Cómo se retoma la vida después de una vivencia tan traumática como esta?

Es muy difícil, nunca volveré a ser el mismo de antes. Era una persona alegre, siempre estaba rodeado de gente, de mis amigos. Me gustaba hacer viajes, no parar. Ahora quiero estar solo, me ha cambiado totalmente la vida y no creo que vuelva a ser el de antes nunca.

Y tengo amigos que han estado ahí, que siempre me han apoyado y que han creído en mi palabra, pero soy incapaz de hacer una vida normal, como si nada hubiera pasado. Es muy difícil recuperar tu vida después de una experiencia así. No me apetece, siento mucha vergüenza por lo que me ha pasado.

G.T.- A finales de 2009 se celebra el juicio en la Audiencia Provincial, ¿cómo se desarrolla el mismo?

A.M.- Antes de llegar a juicio A.I.G  cambió varias veces su declaración. Primero aseguró que había sido violación y después que una agresión, que, durante el juicio no es capaz siquiera de definir. Sin embargo, tal y como consta en la sentencia, no queda demostrado que esto pasara así, ya que las pruebas periciales demuestran que no se practicó sexo en mi taxi ni que ocurriera nada de lo que ella declaró en un principio.

Es más, durante el juicio ella se desmorona, sobre todo después de escuchar el testimonio de la doctora que la atendió de urgencia en La Paz que manifestó que, aunque sí había indicios de que hubiera mantenido relaciones, éstas habían sido consentidas y que mi ADN no estaba presente en su cuerpo.

También analizaron mi coche y lo único que encontraron fue el barro del bajo de sus pantalones sucios. Allí no había nada que indicara que se había cometido una agresión sexual, ni tampoco señales de lucha. Por estos motivos me absuelven de todos los cargos y, aunque la sentencia puede ser recurrida, ni la denunciante ni la asociación de mujeres que la asiste durante todo el juicio, CAVAS, presentan recurso ya que queda suficientemente demostrado que todo se lo ha inventado ella. El motivo exacto, no lo sé, aunque por las declaraciones de su pareja durante el juicio, al parecer después de discutir conmigo por el precio de la carrera, y una vez dentro de casa, vio como ella estaba desvestida, le faltaba la ropa interior. Ella por lo visto se derrumba y le miente contándole que ha sido violada por el taxista, es decir, por mi.

G.T.- Aunque las pruebas de ADN demuestran que usted es inocente, la justicia tarda dos años en ratificarlo. ¿Cómo le ha afectado a su vida la etiqueta de "presunto violador"?

A.M.- Me ha roto toda la vida. He perdido a mi pareja, porque la presión ha sido muy grande. La relación con mis hijos se ha deteriorado. Mi vida entera se ha ido al traste. He tenido que vender mi piso, no podía controlar mi dinero, he tenido que confiar en la gente para que gestionara mi dinero, mi taxi. Ahora estoy en tratamiento psicológico y he tenido días de no salir a trabajar. Ahora me ayuda una chica en el taxi, una conductora, y entre los dos lo sacamos adelante.

Además, en el camino quedan muchos que crees amigos tuyos. Otros en cambio, te demuestran su apoyo incondicional. También en la familia, mis hermanos, siempre han estado a mi lado, han ido a verme a la cárcel. Es en estas situaciones cuando descubres quienes son realmente tus amigos y quienes no.

G.T.- ¿Qué espera conseguir haciendo pública su historia?

A.M.- Denunciar la situación de indefensión a la que estamos expuestos los taxistas. Además, sé que no soy el único que ha pasado por una experiencia similar y quiero aprovechar para decirles a los compañeros que tengan cuidado, que registren todos sus movimientos para que no exista la posibilidad de enfrentarse a una acusación falsa.

Ahora tengo miedo cuando recojo a una mujer de madrugada, porque pienso que me va a volver a pasar lo mismo. No tenemos defensa ninguna, estamos





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