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21/04/2014 03:18:57 - Gaceta del Taxi

10 días en huelga de hambre para denunciar la corrupción


“Manuel ha decidido poner fin a su vida y no quiere seguir luchando más”. Quien escribe estas palabras es Marisa, la mujer del taxista sevillano Manuel Hueso que lleva 10 días en huelga de hambre. Con este acto quiere también denunciar la corrupción en las listas de espera de venta de licencias que hay, según el propio Hueso, entre el Instituto del Taxi y la Unión Sevillana del Taxi. Según nos explica Marisa, Manuel lleva 10 días ingresado en el hospital Virgen Macarena de Sevilla para evitar cualquier intento de autolesión.

 

“No pide nada gratis, no pide que le regalen nada. Sólo pide algo suyo, pide que el Ayuntamiento le deje vender su licencia de taxi y pagar deudas y empezar una nueva vida y comenzar en un negocio, en una tiendecita donde pueda trabajar”, insiste Marisa.

Y es que Manuel lleva intentando vender su licencia desde el 14 de julio de 2011, fecha en la que se apuntó a la lista creada para ello por el Instituto del Taxi. Sin embargo, después de casi tres años no ha podido venderla. Denuncian ambos que en este tiempo “se ha ido colando gente porque la administración entendía que tenían prioridad para vender: viudas, jubilados, incapacidad permanente…etc”.

 

Además, pese a que el Reglamento dice que si se tiene un comprador se puede transferir la licencia “al Ayuntamiento de Sevilla, Instituto del Taxi y Unión Sevillana del Taxi UST, les da igual”. También denuncian que no se les haya permitido trabajar con un autónomo colaborador. Explica Marisa que mientras estaban en esta lista decidió sacarse la cartilla municipal para trabajar como autónoma colaboradora y así poder asumir las deudas del taxi. Sin embargo, “tampoco nos dejaron mientras multitud de taxis sí están a doble turno, entre ellos el de Benito UST”, explicó la propia Marisa.

 

 

Esta situación ha provocado un grave empeoramiento en la salud de Manuel, que sufre diversos problemas físicos, “todos relacionados con el taxi”. Sin embargo, a pesar de que podrían considerarse enfermedades profesionales, la Seguridad Social “no solo no quiere reconocer, sino que aún teniendo informes médicos que “recomiendan que no pase horas sentado o que conduzca largo rato”, la inspección médica de trabajo le ha dado el alta”.

 










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